El Mar Menor, era hace diez millones de años una gran bahía abierta al Mar Mediterráneo. Los movimientos de formación de las montañas verterían sedimentos a través de los ríos, procedentes de lo que actualmente conocemos como el Campo de Cartagena, surgiendo así volcanes submarinos que dieron lugar a las islas actuales: Grosa, Mayor o del Barón, Perdiguera, Ciervo, Sujeto y Redonda, de esta misma forma emergería el monte «El Carmolí».
La laguna que hoy conocemos como Mar Menor se formó en la era del Cuaternario (2.000.000 a. C.), sobre una bahía que se extendía desde la actual Cabo de Palos hasta lo que hoy conocemos como El Mojón (San Pedro del Pinatar), gracias a las corrientes marinas han arrastrado de forma natural sedimentos arenosos procedentes del norte, especialmente los aportados desde la desembocadura del río Segura, que chocaban contra cabo de Palos y se iban depositando sobre las elevaciones de tipo volcánico de Calnegre y Monte Blanco, así como los escollos de areniscas terciarias de los promontorios del Pedrucho, Estacio y Punta de Algas, hasta que hace unos 2.000 mil años se cerró casi por completo formando la laguna del Mar Menor.
A partir de entonces, el mar interior o Mar Menor se comunicaría con el Mediterráneo a través de una serie de canales o golas naturales que renuevan las aguas. El Mar Menor, con 180 kilómetros cuadrados de superficie, es la laguna salada más grande de Europa. Está separada del Mar Mediterráneo por una estrecha franja de arena de 22 kilómetros de largo y entre 100 y 800 metros de ancho, denominada La Manga del Mar Menor.
Las Salinas de San Pedro del Pinatar se han estado explotando desde la época de los cartagineses, para después continuar su explotación por los romanos.
En época romana, eran conocidas como las salinas de Patnía, la sal era utilizada en la industria de los salazones. Los musulmanes continuaron con la explotación salinera.
A lo largo del tiempo, en las charcas de las salinas, se han ido depositando sales, minerales, conviertiendo el fondo en un lodo marino rico en minerales, estos lodos marinos extraídos de las charcas de las salinas de San Pedro del Pinatar han sido utilizados desde la antigüedad con fines preventivos y curativos para paliar diferentes dolencias como reumatismo, artritis, gota, patologías cutáneas, rehabilitación tras fracturas óseas, garganta, etc., aportando al organismo minerales básicos para la salud.
Los últimos análisis realizados revelan que estos sedimentos contienen un alto porcentaje de cationes, calcio, magnesio, potasio y flúor, así como aniones, cloruro y sulfato en niveles muy superiores a los esperables, incluso en aguas de esta salinidad.
En la actualidad son tratamientos muy solicitados por su riqueza en minerales y oligoelementos, bien para relajar cuerpo y mente, para patologías de la piel o para dolencias crónicas e incluso dolorosas de tipo muscular y articular.
Si sufres dolencias relacionadas con huesos y articulaciones no dudes en ir a los lodos de «Las Salinas», en Lo Pagán y aplicarte los conocidos «barros del Mar Menor». Fruto de la sedimentación, en las arenas y en el fondo de este pequeño mar se generan unos lodos con gran poder de absorción, acción mineralizante y efecto de cicatrización.
Son muy adecuados para tratar las patologías de la piel y en casos de reumatismo, artritis, gota o rehabilitaciones tras una rotura ósea. También son utilizados como antiinflamatorio. Diversos centros de talasoterapia del Mar Menor utilizan estos lodos como base de diversos tratamientos terapéuticos y de belleza corporal.
Los lodos basan su acción terapéutica en su gran poder de absorción, su acción mineralizante, su capacidad de neutralizar la acidez y su efecto estimulante de la cicatrización, por lo que su uso es muy recomendable en muchos tipos de patologías de la piel.
Una capa de lodo aplicada sobre la piel absorbe todas las toxinas del sistema periférico del tejido conjuntivo y elimina tóxicos linfáticos de la dermis, actuando como un verdadero papel secante de la piel.